jueves, 17 de diciembre de 2015

Primero, la desilusión

Origen: desconocido.

Cuando Michel Houllebecq se pone la cara de poeta, dice que “el mundo es un sufrimiento desplegado”. Desde su nacimiento, hasta su expansión, vibra el dolor y muy cerquita de su matriz la desilusión.

Remontarse al origen de ese sufrimiento: la espera es, a veces, abrir las heridas de lo que en un principio fue una ilusión libre.

El contraste entre un corazón expectante y uno oprimido, a veces desencadena en silencio. No hay que desdeñar de los que, prudentemente, se resienten con la vida, no hay que inventarse formas poéticas de sobrevivir.

Si se permanece honesto y humilde con ella - la vida-, quedarán entonces dos representativas figuras: una ausencia de palabras que no puede conjugarse y una devoción que en forma de preludio busca el futuro.

Lo importante, a la hora de entender que hay caminos que se encierran, es mantener la pasión, al fin de cuentas, la ilusión es también un particular componente de los escasos momentos de calma.

Como dice el mismo Houllebecq: “No temáis a la felicidad: no existe”.

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