miércoles, 30 de diciembre de 2009

Lágrimas de Jazz

“En general, el jazz siempre ha sido como el tipo de hombre que no te gustaría para tu hija”. Duke Ellington

Con la mirada triste y como si se arrastrara toda la inmundicia del mundo. Con la piel prendida al corazón ignorando la presencia de los huesos endebles, brillantes focos multicolores y la multitud estremecida. Un alma que presenciaba su buscada destrucción, lágrimas con ritmo de jazz.

Carlos Santana dijo alguna vez que “El rock es una piscina. El jazz es todo un océano”. ¿Qué mejor forma que ahogar la vida en las profundidades azules del fantasma que rodea la tierra que creemos que es firme? No hay mejor muerte para el amor de una perla, que el océano, entonces no hay mejor muerte para el amor de una perla, que el jazz.

Un cigarrillo eléctrico encendido por las profundidades del infierno y aspirado con las narices del odio. La verdad presente ante tanta belleza, la mentira opacada por el saxofón, la voz de una mujer alejando el cinismo de la noche.

Así se vivió el concierto de Squirrel Nut Zippers en Medellín. Una noche que se debate entre el olvido y el recuerdo de un ser vagabundo que algún día creyó en eso que los soñadores suelen llamar “amor”.