domingo, 25 de julio de 2010

Ventilador


Medellín, 25 de julio de 2010
A Ronal

Me levanto y le doy vuelta a la libreta. Voy al balcón, la calle huele a grasa y el hombre que vende buñuelos se rasca la cabeza en soledad. Es una mañana fría, he dormido bien, he pensado poco. Simplemente, le doy vuelta a la libreta, un abismo en el pasado, un nombre repetido, una duda y un cansancio.

Voy a la cocina de mi casa y todo parece ser un desastre. Miento para reír y levanto un poco las cejas. Mi madre baña a mi abuela, mi papá pelea porque él quiere bañarse primero. Todo retorna del silencio, la vejez se abisma en un pasado y llega a mi presente familiar. A mi prima le duele el estómago y toma agua con limón. Yo, indiferente, solo pienso en darle la vuelta a la libreta.

Me lavo los dientes. Preparo un poco de desayuno: huevos, cebolla, pan y café oscuro. Sarita cumple años, la llamó, me acuerdo de Angie y aparecen las llaves de Juan en el fondo de mi bolso. Me baño, luzco un vestido de campesina, dejo los ojos ausentes y me dedico a esperar.

Acompaño a mi madre a la Plaza de Florez. Un hombre deja caer unos huevos de una canasta. Las calles huelen a legumbre, a basura, a pueblo, a repetición. Compramos comida, gastamos tanto en comida, comemos tanto.

Mi casa en el sol, mi casa sola, mi casa en las calles. He vuelto para pensar, para creer en el olvido. Espero en el balcón, leo un libro que habla de soledades ruidosas, miro afiches y escucho canciones de Goyeneche, rifo el corazón entre las letras. Cambio la página de la libreta, olvido la copla, organizo una fotografía. Suenan los motores, Luna ladra, pienso en vos y le ventilo mi amor al mundo. Qué más da cuando me das y me quitas sabores, que más da cuando me devuelves los recuerdos en tropel. Qué más da.