sábado, 19 de julio de 2008

Antología para un guerrero invencible



“Es bueno renovar nuestra capacidad de asombro – dijo el filósofo -. Los viajes interplanetarios nos han devuelto a la infancia”.
Crónicas marcianas, Ray Bradbury.


Un texto serio para un planeta serio. ¡Advertencia!, si se le saca la rabia, su rostro puede tornarse rojo.

El espacio, la fantasía, el cine y la literatura

Un universo que se encuentra para hablar de vida en otros planetas, en Marte, en la Luna, en el espacio. Definitivamente, encantador.



Para buscar lo que no encontramos en la tierra y reivindicar nuestras ganas de querernos salir de la camisa de este mundo, los seres humanos hemos creado e imaginado muchas cosas, entre ellas hemos dado vida a la fantasía de un Dios. Así mismo, justificando nuestra imaginación con el exceso de espacio, nos hemos obsesionado con la idea de seres escuálidos, con ojos amarillentos, antenitas alargadas y poderes telepáticos, que habitan la plataforma de un planeta en especial: Marte.

Si los terrestres tuviéramos el poder de dotar de vida a otra esfera esa, sin duda alguna, sería Marte, no solo porque la ciencia favorece la posición de este planeta dentro del sistema solar, ni porque recientemente se encontraron cubos de hielo, sino también porque nos hemos encargado de moldear, en significado y significante, la palabra marciano, descargando en esta todos nuestros deseos de estar acompañados en este universo que a veces se nos presenta tan grande y nos hace tan pequeños e insignificantes ante él.

Este no es solo el planeta de los deseos, es también el mundo de los cambios, el círculo rojo que nos tiene acostumbrados a varias sorpresas y el gran misterio de la ciencia del siglo XX y lo que va corrido del siglo XXI. Desde Galileo Galilei (1564) hasta nuestros días, el cuarto planeta de nuestro sistema solar, ha representado una obsesión científica que, si se le mira desde antes, puede ser tan vieja como la tierra misma.

Marte es rojo y de eso tiene constancia el cielo. Dentro de la mitología clásica romana este gigante planetario ha sido dibujado como un guerrero invencible, dios de la guerra e hijo de Júpiter y Juno. Los griegos lo identificaron con Ares, dios de la guerra y los sacrificios. El pueblo Babilónico lo hizo con la estrella de la Muerte: Nergal o Nirgal y los egipcios lo llamaban Horus el Rojo.

Desde la antigüedad el cuarto planeta del sistema solar recibió el nombre de Marte, así mismo en honor a su existencia, un día de la semana fue llamado martes y el tercer mes del año fue nombrado marzo.

La guerra y el elemento fuego, aspectos que han identificado a Marte, también han dotado de cierta personalidad a los nacidos bajo el signo de Aries. La astrología que antes de Galilei y Kepler (1571), era sinónimo de la astronomía determina que el principio de los regidos por Marte es la violencia, la pasión, la conquista por la supervivencia, la acción, la energía, la fuerza, el movimiento y la audacia. La dosis perfecta de cualidades que cualquiera quisiera tener.

Marte representa la energía y el instinto de una persona, su coraje, determinación y la libertad de un espíritu espontáneo.

Científicamente, este encantador del cielo, forma parte de los llamados planetas telúricos (de naturaleza rocosa, como la Tierra) y es el primero de los planetas exteriores a la órbita terrestre, en muchos aspectos en el más parecido a la Tierra.

El año marciano dura 687 días terrestres y el primer dibujo que se conoce en la historia que representa la forma del planeta fue elaborado en 1636 por el astrónomo Francisco Fontana. Vale la pena anotar que incluso con el descubrimiento del telescopio, por parte de Galileo Galilei no logró observarse a ciencia cierta la estructura de Marte, en sus primeras observaciones este astrónomo italiano logró ver los cráteres de la Luna, los satélites de Júpiter, las manchas solares, las estrellas de la Vía Láctea, las fases de Venus y reafirmar el heliocentrismo; pero jamás pudo establecer las características del Planeta Rojo.

Giovanni Virgino Schiaparelli (1835-1910) inicia lo que ha sido la historia más fascinante sobre Marte, el gran protagonista del siglo XX. Schiaparelli popularizó sus observaciones sobre el Planeta Rojo. Este italiano fue la primera persona en hablar de los canales marcianos, haciendo referencia a unas líneas negras que van de un mar (regiones más oscuras) a otro atravesando a los continentes (regiones más brillantes). No obstante, cuenta la historia, que los periodistas estadounidenses de la época tradujeron el término canales de origen natural como canales de origen marciano y dotaron a estos de vida; así, gracias a estos, comienza a tomar fuerza el misterio de la vida en Marte. Hasta 1965 se dijo que las manchas que se observaban del planeta eran musgo que brotaba de su superficie.

El mito marciano comenzaba a construirse y el cuarto planeta del sistema solar iniciaba una racha de éxitos. Los trabajos de Schiaparelli comenzaron a extenderse por todo el mundo, su Astronomía popular (1877) fue libro de culto durante muchos años. En 1862 escribió ‘La pluralidad de los mundos habitados’ y una segunda obra en 1908 sobre ‘El planeta Marte y sus condiciones de habitabilidad’. El paso entre el primer y el segundo libro publicados sobre Marte fue asombroso, mientras el primero apenas ocupaba unas cuantas páginas, el segundo era de unas 600, demostrando así que Marte se hacia famoso y que por su encanto, canales, cambios de color y tormentas, estaba dotado de vida, hizo pensar que estaba habitado.

Fue tan grande el mito que Camille Flammarion (1846), astrónomo y fundador de la Sociedad Astronómica Francesa, pensaba que si llegásemos a Marte no encontraríamos mayores diferencias que las que percibe un europeo que se traslada a Australia. Sin embargo, el hombre que dentro de la historia se conoce como el principal divulgador de la ciencia marciana fue Percival Lowell(1855).

Este estadounidense renunció a su carrera de diplomático y con su fortuna se dedicó a crear observatorios astronómicos. Postuló la idea de que Marte era un planeta que se estaba secando y que sus habitantes tenían que realizar canales para conducir el agua desde los polos hasta las zonas desérticas de la superficie marciana. En 1900 estaba tan arraigada la idea de la existencia de marcianos que se cuenta la anécdota de una acaudalada dama que dejó 100.000 francos oro a la Academia de Ciencias de Paris para que estos fueran entregados a la primera persona que se comunicara con otros planetas, eso si, exceptuaba la señora: “¡Que no sea Marte!, pues sería demasiado fácil”.

El mito se siguió sosteniendo y dentro del poderoso entramado de la ciencia marciana apareció la literatura con la novela “La guerra de los mundos” de Herbert George Wells, basada en idea de que el planeta Marte se está muriendo de sed y sus habitantes deciden conquistar nuevos mundos, es decir, llegar al planeta tierra.

El 30 de octubre de 1938 Orson Welles describió la invasión de los marcianos, basándose en la novela de Wells. A pesar de que el evento fue avisado en varias ocasiones y de anunciar en los descansos que todo era producto de la imaginación, la histeria marciana logró apoderarse de la gente, las personas salían de sus hogares, buscando auxilio y llamando la policía.

Esta historia volvió a repetirse el 14 de febrero de 1949 en Quito (Ecuador) y en esta ocasión la reacción del público fue mucho peor, hubo un motín que acabó con el asalto e incendio de la emisora, se perdieron 20 vidas humanas y el edificio quedó hecho ruinas. El director de la emisora que transmitía la supuesta invasión, ante la suma de acontecimientos, terminó tirándose por la ventana y resultó gravemente herido. 15 personas fueron detenidas y dos de estas hacían parte de las directivas de la emisora. En Lisboa, el 25 de junio de 1958 volvieron a retrasmitir el programa y tuvo que ser suspendida la emisión por las alteraciones del orden público.

En 1946 el escritor estadounidense Ray Bradbury publicó una serie de relatos que llamó ‘Crónicas Marcianas’, en estas narra, con majestuosidad, la llegada a Marte y la colonización del planeta por parte de los humanos, hecho que provoca la caída y extinción de la civilización marciana.

Los mitos sobre Marte se vieron tambalear en muchas ocasiones, la existencia de marcianos era un hito, se daba por sentado el hecho de que había vida inteligente. No obstante, 1965 representó un año de quiebra para los aficionados a los marcianos. En este año La Sonda Mariner 4 de los Estados Unidos logró 20 fotografías de la superficie de Marte, en este hecho se comprobó que este planeta era un territorio sin atmósfera, seco, sin selvas, sin musgo y sin canales de agua construidos por marcianos. El único canal que se observaba era un canal natural.

Este hecho derrumbaba la fantasía marciana entre muchos, el sueño de no ser los únicos comenzaba a desvanecerse. Sin embargo, y por eso se dice que Marte nos tiene acostumbrados a las sorpresas, en 1976 la Onda Vikingo logró demostrar la existencia de piedras redondas en Marte, lo cual dejaba en evidencia que Marte había tenido ríos, agua y océanos que se habían secado a causa del efecto invernadero.

De ahí que entre nuestras civilizaciones sea común el mito de que nuestra raza humana es el producto de un viaje intergaláctico que realizaron los marcianos, tras una explosión vivida en el interior del gigante rojo.

A principios de 2008 la sonda Phoenix de la Nasa encontró hielo en la superficie de Marte, descubrimiento que aviva los signos de vida en el Planeta Rojo y que nuevamente deja vía libre a relatos que como ‘Bajo las lunas de Marte’, de Edgar Rice Borroughs, o los malévolos hombres de Marte de los que siempre nos defendieron Back Rogers o Flash Gordon; le dieron la posibilidad a la raza humana de combatir la adultez y regresarse a la infancia.

Queda demostrado que, como es frase común entre muchos astrónomos, “la clave de la vida no es la inteligencia, sino la versatilidad”.