sábado, 23 de febrero de 2008

Cuentos cortos para escuchar



“La brevedad es hermana del talento”. Antón Chéjov

Razón tenía el ruso Antón Pávlovich Chéjov cuando decía que “la brevedad es hermana del talento”, frase poderosa más aun si se considera lo difícil que es escribir textos cortos. Desde que estaba en la universidad se me ha hecho complicada la tarea de resumir los artículos en palabras o caracteres designados, a veces por capricho y otras veces por espacio o necesidad.

En honor a los escritores capaces de contar una historia he decidido abrir un espacio para los cuentos cortos. Haciendo uso del audio, a partir de este momento, trataré de incluir, a lo menos cada 15 días, un cuento corto dentro de la barra lateral izquierda de mi blog.

Para comenzar que mejor ejemplo que el guatemalteco Augusto Monterroso, a quien su indudable talento para escribir cuentos cortos lo ha llevado casi hasta la gloria literaria. El cuento con el que inicia esta sección, que espero no sea pasajera, es ‘La rana que quería ser una rana auténtica’, una historia que algún día, en cualquier espacio, alguien me leyó y no he podido sacar de la cabeza. Es más, desde ese día, como no cuento con el talento para escribir cosas cortas (mucho menos largas), estoy empeñada en tener un espacio de cuentos cortos en mi blog.

Ahora, recurro en busca de ayuda a todas las personas cercanas que desperdician cinco minutos de su tiempo para compartir en este blog. La ayuda consiste en aportes voluntario para no dejar morir este capricho. Se reciben cuentos cortos de autores conocidos, se reciben cuentos cortos inéditos, se reciben historias personales que parezcan cuentos y se reciben voluntarios que quieran poner su voz para grabar estas pequeñas historias. Obviamente, se recibe cualquier clase de recomendación técnica, científica, teológica, con razón o sin razón.

Vamos a ver pues cómo nos va en esta tarea de leer cuentos cortos, de escuchar historias breves. Solo espero que cada quince días, por caprichos del azar y disposiciones temporales haya un audio nuevo para escuchar y una reseña para leer.

viernes, 15 de febrero de 2008

Imagino que no vale la pena pensar para escribir esto



Es muy seguro que esta noche, al calor de unos tragos y las llamas del infierno, se reúnan los más grandes escritores que nos ha regalado la historia ¿El motivo? Revolcarse en sus tumbas y reírse de las pretensiones humanas.

Ellos, como dioses de ultratumba, han de estar celebrando y festejando su paso por la historia. Riéndose de nosotros con los brindis de cada trago y alabando su habilidad, un arte de esos que, en nuestros días, muchos pretenden lograr con los códigos informáticos y los descrestes intangibles.

Gracias a una amiga cercana, Sarita Palacio, cuyo blog recomiendo, me enteré, siendo exactamente las cinco de la tarde del viernes 15 de febrero, de una noticia que más que siniestra puede resultar pretenciosa y salida de los cabales de cualquier humano corriente.

El agravio, publicado en un portal educativo de la Argentina, anuncia el siguiente titular “Un amor verdadero, la primera novela escrita por un software”. Esto quiere decir que, por primera vez en la historia, una máquina escribió una novela completa.

El proceso comenzó por una propuesta de una editorial rusa que presentó, días atrás, según lo indica el portal argentino, una novela escrita por un programa de computación. Esta solamente tardó tres días en ser escrita gracias a la colaboración del programa PC Writer 2008.

Este año, que vaticina esta tragedia para el mundo editorial, le regala al mundo una nueva obra ‘literaria’ (entre comillas) que cuenta con 320 páginas y tiene 10.000 ejemplares en el mercado.

El proceso fue simple ¿Cómo no va a ser simple no pensar en lo que se está escribiendo? Los creadores del PC Writer 2008, introdujeron las pautas iniciales de la historia. Decidieron que esta se desarrollaría “en una isla desierta, adonde llega un grupo de personajes que padece de amnesia”, dice el portal argentino que explicó el director de la editorial Astral SPB, Alexander Prokopovich. La trama transcurre en medio de una situación en la que nadie sabe quién es su pareja, motivo perfecto para encontrar al amor verdadero.

Cual hijo pródigo que traiciona a su padre, trece escritores, cuyos nombres, por dignidad imagino no revelarán; fueron los encargados de cargarle al software el vocabulario, el lenguaje y las herramientas narrativas con que contaría la revolucionaría obra. Una vez terminada, la novela Un amor verdadero, fue corregida como cualquier otro libro, con lápiz y papel, una de las pocas formas que aún se conocen de hacer arte puro.

Lo más irónico es que esta obra está inspirada en la celebre e histórica novela Anna Karénina, del escritor ruso León Tolstoi. Una muestra más para sentenciar que una máquina no puede pensar.

Para cerrar la serie de gravedades es preciso citar de nuevo las palabras del editorialista ruso, este, como lo expresa el portal argentino, sin ninguna posibilidad de defensa de parte de los dioses de ultratumba, sentenció que “con PC Writer 2008 se podría prescindir de los escritores, con sus faltas de inspiración, sus retrasos y sus elevados salarios”.

Aclaro que mi enfoque periodístico en este momento es la red. Sin embargo, aunque sean los nuevos medios uno de los paradigmas del qué hacer periodístico, rechazó con absoluto desdén la aparición de esta clase de herramientas, más aún en épocas en las que todo el mundo piensa que el noble oficio de escribir es una actividad muy fácil.

No sé si pecaré por romántica, pero, dentro de mi software personal, muy diferente al PC Writer 2008, sigue configurado un código que me hace pensar, día tras día, que el oficio de escribir es difícil.

Mientras tanto trataré de hacer caso omiso de esta obra y seguiré leyendo a los celebres dioses de ultratumba, ellos siguen siendo todos los días un mundo nuevo por descubrir.

Ver el artículo completo en el portal argentino.

lunes, 11 de febrero de 2008

Es mejor no planificar la vida



Muchas mujeres vivimos hoy día, con extrañeza, las arduas consecuencias de una vida bien planeada. Por estos días es mejor dedicarse a tener hijos, a levantar un hogar y a ser esclavas del ritmo que impone la olla pitadota. Una sentida protesta para todas las mujeres que contemplan la decisión de no ser madres.

Ese pito parece aburridor. Ese pito desespera. A ese pito debemos recurrir todos los días. Ese es el pito que marca la vida, el mismo que indica la cocción del pollo en la olla a presión.

Por estos días ser mujer y tener una vida planeada no trasciende más allá que en una satisfacción personal con un alto déficit de adrenalina. La situación se empeora cuando la mujer que planea esa vida, como yo, se casa con lo común y no supera el estrato tres dentro de su vida social.

Hace poco a una de mis primas la despidieron del trabajo. Las palabras justificadoras fueron significativas para una situación que ha dado la vuelta por un círculo que trae consigo la inequidad, luego llega a la equidad y vuelve a la inequidad. Esto puede parecer confuso pero, para ser más explícita, a mi prima la despidieron porque la empresa en la que trabajaba decidió que para hacer parte activa de la población trabajadora había que ser madre cabeza de familia.

Esta es una situación común de encontrar en nuestros días. La irresponsabilidad de muchos hombres ha provocado que en Colombia, más de la mitad de las madres sean mujeres cabezas de hogar. Así las cosas en la búsqueda desesperada de los gobiernos por proveer de fortalezas y alimentos a estas mujeres, hemos caído otras tantas. No sé si víctimas de la misma ineptitud masculina, pero si estoy segura que laceradas por la misma cadena de abandono.

Otros dirán que es culpa de las mismas mujeres, que la pierna suelta, que calenturientas y no sé cuál otra cantidad de palabras más. De todas maneras si hay un hijo es porque hay un padre y si las mujeres tuviéramos la alternativa de procrear solas, de seguro, más de una hubiera tomado la decisión de hacerlo.

No tengo nada contra las madres cabezas de hogar, es más, muchas de las mujeres de mi familia son las que se han amarrado los mismos pantalones que los hombres dejaron tirados en un momento de euforia encima de una cama. Pero, he notado, mientras busco nuevas oportunidades, que las mujeres que hemos decidido no ser madres estamos perdiendo todas las oportunidades laborales y crediticias.

Así como todas las mujeres tenemos derecho a ser madres, también deberíamos tener derecho a no serlo. Los ritmos de la vida han cambiado y ahora para acercarse a buscar un trabajo o un crédito, en muchas ocasiones, primero debe de certificarse que se tiene una responsabilidad en crecimiento.

Esta responsabilidad excluye madres, padres, suegros, suegras, padrastros, hermanos, hermanas, madrastras y abuelos. Solamente se aceptan responsabilidades en crecimiento, con las encías superiores descubiertas, los cachetes sonrojados y las rodillas raspadas.

Una cosa es apoyar a la mujeres que con el sudor de sus frentes levantan sus hijos a punta de aguapanela y bienestarina, pero otra, y muy diferente, es que se olviden de las que no somos madres.

Siguiendo con la lista de frustraciones; además, del despido acelerado de mi prima, hace poco me acerqué a mi Caja de Compensación Familiar, de la cual mejor omito el nombre, para preguntar por un crédito de vivienda, entre los requisitos no está ser madre pero si es completamente claro que si mi madre puede pararse, mi padre tiene pensión y no tengo una responsabilidad en crecimiento no puedo acceder a un préstamo porque las mujeres cabeza de familia son la prioridad.

Después de unas cuantas búsquedas que me han mostrado el mismo panorama he logrado comprender que para comprarme una casa propia, que sea mía, primero debo hacer otros intentos. Ahorrar es la solución más difícil; pero, de ahí para adelante tengo otras opciones: conquistar a un traqueto, ganarme el baloto, atracar un banco o llenarme de muchachitos y encerrarme en una cocina a esperar a que pite la olla presión.

Mientras tanto, frente a esta abrumante situación he tomado una sabia y desesperada decisión: ¡Señores busco marido que me mantenga!

domingo, 3 de febrero de 2008

¿Vos y yo qué venimos siendo?




A diez minutos del barrio Los Gómez en Itagüí y a unos cuantos pasos de Belén y Guayabal, se encuentra la vereda El Reposo, un lugar donde sus habitantes, por no contar con una vía de acceso definida, se han visto en apuros para subsistir, a tal punto de tener que casarse entre primos, tíos y sobrinos. Sigo buscando en el baúl de los recuerdos.

Justo en la mitad del todo y de la nada queda El Reposo, una vereda del corregimiento Altavista que, a pesar de su cercanía con Medellín y con Itagüí, permanece aislada como un reino en el más inocente cuento de hadas.

Para llegar a este “reino” es necesario tomar una carroza de seis llantas con un letrero que indica la ruta 143 de Guayabal. Justo al terminar el recorrido, deben alistarse un buen par de piernas que le colaboren al cuerpo en la difícil tarea de caminar por unos rieles que suben y suben con dirección exacta a un lugar cuyo nombre sólo sugiere calma.

El camino está rodeado de pinos y dicen algunos habitantes de Belén Rincón, uno de los barrios vecinos de El Reposo, que en las noches “suelen aparecer allí perros lobos”. Un guayacán amarillo es una de las primeras cosas que dan la bienvenida a la cúpula del “reino” y, luego de dar media vuelta, se deja al descubierto tal vez una de las vistas más hermosas con que cuenta Medellín.

Las primeras personas en poblar El Reposo llegaron desde el municipio de Armenia Mantequilla, al occidente antioqueño. Poco a poco la población se fue reduciendo y fue viendo la necesidad de procrear. Al no tener cerca personas externas a la familia y no viajar al centro de Medellín muy a menudo, tuvieron que contraer nupcias entre primos hermanos, tíos y sobrinas y tías y sobrinos, dando así origen a su descendencia, Sánchez Sánchez.

Juntos pero no revueltos

María Elisa Sánchez Sánchez es una de las princesas que habita esta realidad de hadas. Es una mujer de contextura gruesa, ojos pequeños, piel morena y siempre sostiene en su mano derecha, como si fuera una rama que sale de sus brazos, un cigarrillo Bostón.

Esta princesa habita un palacio cuyo frente es adornado por el color de los ladrillos y que en vez de guardias, custodian una gallina y seis pollitos que se esconden debajo de sus alas. Pío, pío, pío.

Aunque la historia se haya repetido de generación en generación, la familia Sánchez sigue teniendo problemas para casarse y el caso de María Elisa no fue la excepción. Como era de esperarse, el conocer a Hernán de Jesús Sánchez Sánchez no fue una ocasión que le cayó de sorpresa, ni un amor a primera vista, ni el príncipe que llegó de otro reino para cortejarla.

¿Se imagina usted un árbol genealógico de los Sánchez? Mi madre es la hermana de mi suegra, mi padre es el primo de mi madre, mi esposa es la prima de mis sobrinos, mi padre es el tío de mi suegra y ¿Vos y yo qué venimos siendo?

María Elisa y Hernán son primos, por lo cual, en un afán de sus padres por cambiar la historia, se vieron en aprietos para casarse. Los progenitores de Hernán eran primos hermanos y el padre y la Madre de María Elisa eran tío y sobrina.

La búsqueda de otra pareja, o por lo menos de alguien diferente a la familia, no funcionó. Al final María Elisa y Hernán terminaron siendo marido y mujer, con argolla en mano y bajo juramento de no separarse hasta el día de su muerte.

Para perdonar el pecado y poder recibir la bendición celestial que manda el sagrado sacramento de matrimonio, María Elisa y Hernán, al igual que todos los príncipes y princesas de este “reino”, tuvieron que cumplir con la penitencia encomendada por el sacerdote. Y ¿Cuál era la penitencia? Sencillo. En las tres primeras noches de bodas la luna de miel debía tener un sabor agridulce. Sentados, sin tocarse ni siquiera un pelo, debían rezar tres rosarios por día, así vencerían al demonio y acabarían con el deseo sexual. Cuenta María Elisa que, según el sacerdote, “esto era para que cuando tuviéramos hijos, ninguno de ellos naciera bobo o boba”.

Aunque el incesto consiste en la práctica de relaciones sexuales entre parientes, el caso de los Sánchez no corresponde a un juicio exacto de esta trasgresión. En general puede afirmarse que el incesto se da cuando hay una relación sexual prohibida; tal es el caso de madre e hijo, padre e hija y hermano y hermana.

Una excepción de esta regla se dio en el Imperio Inca, donde se permitía a los miembros de la realeza que se casaran entre si, para poder conservar la descendencia real. Los indígenas americanos y algunas familias reales europeas practican la endogamia, es decir, contraen matrimonio dentro del mismo grupo social y entre personas de la misma casta, como es el caso de El Reposo.

A pesar de las múltiples discusiones científicas, este tipo de uniones son incestuosas para la legislación actual. No obstante, los habitantes del pequeño “reino” han cumplido a cabalidad la primera de las normas, honrar padre y madre.

Una opinión frecuente es que los hijos de este tipo de matrimonios corren el riesgo de nacer con mayor número de genes recesivos con anomalías, lo cual puede representar para el infante un retraso mental y para la familia un posible caso de hemofilia.

Un caso famoso de transmisión de hemofilia sucedió en el siglo XIX entre los grandes reinos europeos: Borbones (Italia), Hannover (Inglaterra), Habsburgo (Austria) y Vasa (Suecia); cuando Alexandra, nieta de la reina Victoria de Inglaterra, transmitió la enfermedad a las casas reales española y rusa.

Sin embargo, entre los Sánchez no hay ningún bobo, boba, hemofílico o hemofílica. La explicación científica es que ninguno de sus ascendentes eran portadores de la enfermedad.

A unos cuantos pasos

El Reposo es un “reino” habitado en su inmensa mayoría por princesas, muchas de ellas viudas. Algunas trabajan en la vereda y otras lo hacen en la ciudad. Con el pasar del tiempo, a pesar de que la mayoría de la población es Sánchez Sánchez, se han ido conformando otro tipo de parejas diferentes a las de la familia.

La aldea real cuenta con 28 casas, una empresa de materas y un tejar donde trabajan la mayoría de sus habitantes. Aunque pertenecen a la Comuna 70 de Medellín, utilizan los recursos educativos, alimenticios y religiosos de la Comuna 15 y del municipio de Itagüí.

A unos cuantos pasos de Medellín, en la mitad del todo y de la nada, queda El Reposo. Un “reino” donde mi esposa es la hija de mi tía, mi padre es el primo de mi madre, mi madre es la hermana de mi suegra, mi esposo es el tío de mis primas y a todas esas ¿Vos y yo qué venimos siendo?